La escopeta nacional

En el 78, Berlanga muestra en su película con suma ironía y humor negro la España de la post-guerra en la que empresarios trepas, políticos y nobles se lamían el culo mutuamente e incluso coleccionaban pelos de coño de sus respectivas.
En pleno 2009 la historia se repite. Jueces, ministros, alcaldes, policías, empresarios, quien sabe que más. De lo que hablaran o trataran me la trae bien floja. Pobres. Bastantes problemas tienen.

No voy a escribir sobre la crisis ni sobre lo que opino de los políticos (para decir "clase política" primero hay que tener "clase") y de los bancos-entidades de crédito o de los jueces de este país. Eso es hacer demagogia y basta con tener dos dedos de frente para darse cuenta que son la inmensa mayoría unos auténticos hijos de puta.

Lo cómico del asunto es ver al ministro de justicia y compañía posando para la foto (alguno de traje y zapatitos de Armani) con la manada de ciervos y la familia de jabalíes muerta a sus pies, cuando hace solo una semana el gobierno que representa ha sido incapaz de aprobar una ley en defensa de los animales.
Que al ministro se la sude, me parece muy bien. Faltaría más. Aquí cada uno hace lo que le sale de los cojones. Pero que pose para la foto tiene lo suyo.

Yo también lo haría. Quedo el viernes en la finca de mi amigo Rafa. Me engalano para la cita. O sea, me voy al Decathlon y me pillo todo el equipo de montería, botas incluidas. Escopeta no, para que. Tras la cena y la posterior charla nos podemos dedicar a cortarnos "tarzanitos" (que decía Calleja el otro día, cuando aludía a las bolitas que te pendulan del orto tras un mes sin ducharte) y embotarlas de recuerdo (en un guiño a Berlanga). Y por la mañana tras un buen desayuno regado con txakoli de la región soltar a los ministros, jueces y demás piezas a que corran por la finca. El resto se lo pueden imaginar. Bueno la verdad es que no. Sobre todo sin escopetas. Con atxurras, como dios manda.
Y sobre todo, sin fotos. Que vulgar.